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martes, 26 de junio de 2012

El tiempo que nos queda.

La única constante que conecta nanosegundos y años es el cambio. El universo desde el átomo hasta la galaxia , está en un estado de cambio perpetuo, pero a los seres humanos no nos gustan los cambios, nos asustan, y por eso creamos la ilusion de un mundo en reposo, el mundo de ahora mismo. Pero nuestra gran paradoja sigue siendo la misma, en el momento en que cogemos el ahora, el ahora ya se ha ido.
Nos aferramos a las fotos, pero la vida está formada por fotos en movimiento. Cada nanosegundo es diferente del anteior. El tiempo nos obliga a crecer a adaptarnos. Porque cada vez que parpadeamos el mundo cambia bajo nuestros pies.

Se alejaba de la oficina de patentes, montado en la parte trasera de un autobus. Miraba el Reloj del campanario que iba dejando atrás. Mientras tanto el vehículo aumentaba la velocidad. De pronto una chispa, de esas que tienen los genios, apareció en su cabeza, el trueno, como suele suceder, surgió de sus labios segundos mas tarde. La imagen que el reloj proyectaba hacia su vista viajaba exactamente a 300.000 km/s. Si él viajase exactamente a la misma velocidad, la imagen siempre sería la misma en su retina, siempre sería la misma hora. Si viajase a 300.000 kilómetros al segundo, siempre permanecería en el mismo estado, si superase esa velocidad, lograría aparecer en un lugar del espacio en el que esa imagen del reloj aun no habría proyectado la imagen de la hora que estaba viendo.

El tiempo es solo una mentira, pero una mentira muy tozuda.

Albert Einstein.




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