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viernes, 22 de junio de 2012

De como atraer la mala suerte.

Siendo bastante joven, rondaría los 15 años, comenzarón a sucederme ciertas cosas, que podrían calificarse de extrañas. Al principio pensaba que era una rachilla, algo puntual. Lo curioso es que todo lo que me pasaba era malo de narices.
Todo empezó cuando iba con mi bicicleta y de repente me arrolló un gitano con su furgoneta, por suerte no me pasó nada, lo peor es que encima el gitano me dió una reprimenda.
Las cosas siguieron con normalidad, hasta que a los pocos días por poco me atropella otro coche cuando volvía de jugar al tenis. Los que venían conmigo decían "Los coches parece que aceleran cuando te ven."
Y quizás sea a raiz de este mometno cuando las desgracias, o rarezas, comenzaron a acentuarse cada vez a mayor ritmo. Ya comenté lo del señor que vino a mi casita a darme masajes erótico, o aque se los diera yo, la verdad es que no me entretuve a preguntarle.
La última de todas fue ayer mismo. Día que aproveché para pasar calorcito lanzando curriculums a diestro y siniestro, cual maquina expendedora de tabajo cuando los impuestos estaban bajos. Tuve una media suerte, tengo una entrevista de trabajo. Ohh maravilla del cielo. Si logro trabajo quizás algún día pueda ser incluso mileurista, que progreso.
Lo curioso es que iba yo tranquilamente mirando mi foto del Curriculum y pensando "normal que no te cojan... si con esa cara." Cuando de pronto, pasaba justo al lado de un bar llamado la "Cigala Chica" que para el que sea de Sevilla o tenga la oportunidad de ir, lo recomiendo encarecidamente, comer solomillo por 4 € es una delicia. Además de que justo al lado se encuentra la Heladería Tutto Gelatto, que tiene el no siempre bien ponderado helado de oreo.
Continuo con mi historia tras esta desviación puntual. La cosa es que mientras mi mente cabalgaba a lomos de la idea del desempleo eterno escuché una rutilante voz. Me giré y me encuentro a una señora, de unos 45 años sentada en una silla. Llevaba unas enormes gafas de sol, un cigarrito en la boca y vestía bastante juvenil. Me llama y me dice -Perdona muchacho- Yo pensaba que me iba a pedir fuego para encenderse el cigarrito, y como llevaba encendedor me acerqué, tras dar dos pasos la señora en cuestión, volvio a hablarme. - Tengo un plan estupendo para el fin de semana, por si te quieres unir.- Y tal y como pronunció esas palabras, me giré cuál peonza y proseguí mi camino.
Lo bueno de esto son los testigos directos del suceso que aparte de reirse en mi cara y decirme "esta vez por lo menos ha sido una mujer" me lo recordarán por lo siglos de los siglos.



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