Todos (o casi) tenemos un mejor amigo, alguien en quien confiar sin que nos deje de lado. Alguien que ahuyenta la soledad y nos hace sentir que a pesar de todo no estamos solos.
En ocasione ese amigo no es humano, es nuestra mascota, esa que nos recibe con cariño y que siempre, pase lo que pase, está ansiosa por vernos a todas horas. De eso va Wilfred, de una mascota muy querida por su dueña y tambien por sus vecinos.
Hasta aquí todo bien, pero...¿que piensa verdaderamente nuestra mascota de nosotros? ¿que pasaria si pudieramos entender sus pensamientos? pues que nos volveriamos locos. Wilfred en este caso es el perro, digamos que el protagonista de la serie el coprotagonista al cual prefiero llamar Frodo para entendernos mejor, es el vecino.
La serie comienza con Frodo tomando unas pastillas, para intentar suicidarse, tras tomárselas su vecina maciza viene a pedirle el gran favor de que cuide a su perro mientras hace unos recadillo. La sopresa llega al ver a Wilfred. Se trata basicamente de un señor disfrazado de perro que además de tener un lenguaje en ocasiones obsceno y muy poca verguenza, fuma, bebe y se droga. Que buen amigo si señor, es lo que nuestras madres llamarían buena influencia.
Los capítulos transcurren alrededor de las brabuconerías de Wilfred las cuales meten constantemente en lios a nuestro fiel amigo Frodo, que parece no encontrar en ningún momento el monte del destino. Se trata de una serie simplona, sin alardes interpretativos ni tampoco argumentales, pero a pesar de todo es una serie que no se hace pesada. En cierto modo Wilfred me recuerda un poco a House, si House fuese un perro, claro está.
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