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miércoles, 6 de marzo de 2013

El drama del opositor

Me comentaron ayer algo que para mi ya se antoja casi leyenda urbana. Uno de los dramas que aqueja a aquellos que comienzan a prepararse unas oposiciones, así tambien como aquellos que comienzan a hacer un doctorado es el drama "social" me refiero a su vida social que muere y se achica a velocidades que nunca pudo imaginar.

Recuerdo con cierto cariño aquellas clases del Master en el cual los profesores más jóvenes nos decían una y otra vez que una vez empezaron con el doctorado rompieron con sus parejas y perdieron a varios de sus amigos. Incluso nos llegaron a recomendar que primero nos casásemos y seguídamente hiciésemos el resto. Así por lo menos tendríamos atada a la pareja.

Esta recomendación a mi me sonó lejana y prácticamente a cuento chino. Hasta que mi vida sentimental se resintió por todos lados debido a la cantidad de horas que debía de dedicar, así tambien como a un horario extricto de descanso para poder rendir al día siguiente. Del mismo modo las salidas de fines de semana tuvieron que acortarse y el tiempo juntos en muchas ocasiones oscilaba siempre entorno a las oposiciones, las actualizaciones, etc.

Es un verdadero problema cuando uno de los dos de la pareja comienza este nuevo periplo, mientras el otro no lo hace, mientras el otro dispone de todo el tiempo del mundo, unos horarios concretos y claros que le dejan tiempo libre para disfrutar el fin de semana así como para ver la tele, ir al cine, etc.

Volvemos a lo que me comentaron el otro día. La historia y casi leyenda habla de un opositor que logró mantener a su pareja durante los 4 años que duró su preparación para registrador de la propiedad. Casi diría que el mérito de mantener la pareja es mas de ella que de él. La historia comienza del siguiente modo. El chaval comienza a prepararse las oposciones y tiene una pareja que le anima y le insiste en que no importa el tiempo que pueda tardar en sacársela. El chaval en cuestión se levanta a diario a la misma hora y solo sale de su casa para dar una vuelta a la manzana o ir al preparador.

Mas curioso resulta que cuando él salía para ver al preparador la novia lo esperaba en la puerta, lo acompañaba, mientras él estaba allí ella daba una vueltecita y a la salida lo volvía a acompañar a casa, así durante cuatro años. Totalmente increible, pero cierto. Eso es lo que lo hace mucho mas especial, que sea real.

Cuanto añoro y he añorado una situación parecida, en la que más que empujones y reproches por la falta de tiempo solo se sienta aliento.



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