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jueves, 6 de junio de 2013

Datacion Torreparedones

Las últimas investigaciones llevadas a cabo en el yacimiento arqueológico de Torreparedones ha permitido situar la primera ocupación humana en este parque en la segunda mitad del IV milenio a.C, aproximadamente entre los siglos XXXIV y XXXI a.C., y coincidiendo con la proliferación en toda la cuenca del Guadalquivir de multitud de poblados, conformados por múltiples estructuras en forma de silo y cuya vocación agrícola parece fuera de toda duda. Así lo han dado a conocer hoy en ruda de prensa la alcaldesa de Baena, María Jesús Serrano, y el arqueólogo municipal, Jose Antonio Morena. 

Estos nuevos avances han sido posibles gracias a los análisis realizados basándose en el método del Carbono 14 o radiocarbono que permite conseguir unas cronologías casi absolutas. Estos estudios se han llevado a cabo en los laboratorios de la empresa especializada Beta Analytic de Miami (Florida, EE.UU.), según ha indicado Serrano, que ha explicado que los “nuevos hallazgos cronológicos son claves, ya que permiten determinar con mayor precisión la evolución histórica del sitio”. Además, la alcaldesa ha especificado que estos análisis se han subvencionados gracias a los Fondos Feder, en el marco del proyecto Baniana II, unos fondos europeos de los que ha destacado que “además de poner en valor el rico patrimonio del municipio, permiten la creación de empleo para los trabajos de excavación en el yacimiento,  a través del Plan de Solidaridad puesto en marcha por este Ayuntamiento”.  

El arqueólogo municipal ha explicado que la ocupación más temprana detectada en el yacimiento se ha determinado a través del análisis de fragmentos de una semilla de trigo y otra de cebada atrapadas en el interior de una misma pella de barro cocido y corresponden a los trabajos de la última campaña de excavación en el parque arqueológico de Torreparedones, que terminaron en su fase de campo hace varios meses y que continúan en la actualidad con la redacción de la preceptiva memoria científica.

Jose Antonio Morena, ha señalado también que los niveles superiores del Bronce Final, se han podido fechar gracias a una semilla carbonizada de haba, que ha fijado una datación de hacia el 900 a.C, a caballo entre los siglos X y IX a.C, que convierte a este yacimiento en uno de los pocos con dataciones sobre muestras de vida corta en este momento crítico de la Protohistoria, coincidente con la expansión de la colonización fenicia y sus interacciones con los pueblos indígenas de la depresión del Guadalquivir. 

Del mismo modo, se ha encontrado un fragmento de asa de cerámica fabricada a mano. Morena ha señalado que “puede interpretarse como una muestra de intercambios culturales entre el interior del sur de la península ibérica, en este caso concreto con la zona de campiña cordobesa, y el mediterráneo oriental”. Así opinan, según ha transmitido Morena, varios expertos prehistoriadores de las universidades de Córdoba y Huelva que apuntan que se trata de una “ansa a godino” de tipología sarda, es decir, procedente de la isla de Cerdeña, que llegaría a Torreparedones como consecuencia de esos contactos comerciales.

Restos humanos 
El método de análisis con radiocarbono también se ha llevado a cabo en restos humanos. Así, se han analizado restos óseos de dos tumbas de la necrópolis oriental, una fechada en el 250 d.C. momentos en los que deben encuadrarse la mayor parte de las tumbas de inhumación excavadas, mientras que la otra ha proporcionado una fecha del 1030 d.C., evidenciando ya una época muy posterior y un ambiente cultural diferente, como ya lo apuntaba el propio rito de enterramiento. Se trata de una inhumación musulmana que se sitúa en el momento de la guerra civil (fitna), que supuso la desaparición del califato de Córdoba y la aparición de las Taifas, lo que indica que durante el siglo XI el lugar de Torreparedones continuaba habitado.
 
tumba
 
Por último, se ha fechado una tumba excavada en la zona de la basílica del foro romano, correspondiente a un momento en el que dicho edificio ya había sido abandonado, e incluso, no quedaba rastro alguno de los muros ni de los pilares de la nave central. El Carbono 14 ha datado los restos óseos a finales del s VII d.C., concretamente, en el año 690. Dicha tumba y otras más excavadas en la basílica y en el extremo opuesto de la plaza del foro, al sur del templo, ponen de manifiesto que durante la época visigoda esta zona se usó de forma puntual como necrópolis. Uno de estos enterramientos proporcionó una inhumación doble de dos neonatos, cuya fosa estaba excavada en el propio muro de fachada de la antigua basílica romana.

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