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martes, 15 de enero de 2013

El Paseo de los Tristes

El pasado fin de semana tuve la suerte de pasar unas horas en esa poesía que la suerte convirtio en ciudad, en ese lugar donde ser ciego es el mayor de los pesares, me estoy refiriendo, como no podía ser de otro modo a Granada.

Pero para no perder la costumbre, suele perserguirme un maleficio, o bueno...ultimamente creo que mas que perseguirme ya me conoce y se adelanta a mis movimientos y está allí esperándome. En este caso el maleficio tomo la forma de huelga de barrenderos, con lo cual la estancia allí se torno un poco menos agradable de lo que debiera.

Andube durante horas por las calles y callejuelas mas bellas y singulares de la ciudad, la calle Elvira, miradores varios, alrededores de la Alhambra. Pero como siempre digo (y diré), hay lugares que por uno u otro motivo tienen mas ser que los demás. "Las cosas son lo que son y algo mas" son las palabras que caminaban por mi mente mientras yo lo hacía junto al Darro dirigiéndome al Paseo de los Tristes. Siendo este lugar para mi especial por muchos motivos, lo es aun mas por ser el mas noble de los lugares de granada, la mas noble plaza, aquella que reconoce la belleza singular de la Alhambra y decidio colocarse a sus pies como símbolo de sumisión. Una plaza que al igual que yo goza de una peculiar maldición, la suya no es otra que estar separada del palacio Nazarí por un pequeño abismo que le impide acariciarlo, que le impide formar parte de él, pero al cual puede observar desde la lejanía mas extrema que existe, que es estar al lado y no poder tocarse.

Allí pasé sentado y mirando atónito el paisaje algo así como media hora, sin moverme, estático, conmovido por tener la suerte de descansar mi melancolía en un lugar tocado por los dioses.




El paseo de los tristes Mägo de Oz

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