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domingo, 6 de abril de 2014

10 días en Inglaterra III

Veníamos hablando sobre ese viajecillo. Como decíamos fueron solamente diez días, pero en ocasiones como si de un acordeon se tratase, se hicieron mucho mas largos o en ocasiones parecieron durar apenas unos segundos. ¿No resulta curioso?


He decidido que no voy a contarlo día a día, mas bien comentaré alguna de mis impresiones, saltando atrás y adelante en el tiempo, no hace falta que esto se convierta en un diario.

En primer lugar Inglaterra fue un lugar que me impresionó de cabo a rabo, tanto para lo bueno como para lo malo, no es para nada excluyente. En primer lugar como no puede ser de otro modo lo bueno. Cuando me encontré con aquellos cubos de basura solares, que comprimían la basura para hacerlo mas eficiente y racionalizar la recogida me quedé sencíllamente impactado, algo que aquí si se implementa probablemente con lo que nos encontraríamos sería con destrozos continuos.

Tambien me impresionó la limpieza de las calles, apenas vi papeleras por sus calles, pero  no había papeles ni nada que ensuciara el suelo. Seguídamente (paso a Londres) fue un lugar bastnate peculiar, en primera instancia el Metro impresiona bastante, sobre todo cuando para nada estas acostumbrado a coger este medio de transporte, algo que se suaviza cuando das dos o tres vueltas y te haces con el plano.

El silencio que había en cualquier medio público era envidiable, pero a veces resultaba escalofriante, vagones llenos de gente en los que no se escuchaba ni respirar. Era un poco sórdido, Pero como digo y  quiero insistir incluso en este submundo subterraneo el silencio era la nota predominante. Londres es sin lugar a dudas una de las ciudades mas curiosas del mundo, pero no creo que sea de las mas bellas. Es un lugar casi artificial, lleno de cámaras por doquier. Bullicio de gente por cualquier lado, eso si, muy cosmopolita, eso no  se lo quita nadie, pero el control que hay sobre la ciudad me recordaba en parte a alguna que otra escena de V de Vendetta.


El día que estuve allí fue verdaderamente soleado, pero a pesar de ello la ciudad era algo gris, oscura y sombría, nada que ver con las ciudades del sur de España donde el sol es la nota predominante, todo parece rebosar vida, allí en cambio no lo hacía de ninguna de las maneras.

Me dirigí en primer lugar hacia el palacio de Buckinham. Me esperaba muchísimo mas, pero al llegar solo me encontré a un mogollón de gente pegada a la verja como si aquello fuese lo mejor del mundo, lo cierto es que solo había dos soldaditos dando paseos de un lado a otro, aquello no era ni mucho menos bonito, ni impresionante ni nada de nada. Para aquel que vaya a Londres si tiene prisa por ver otras cosas no hace falta que se pase a hacerle una visitilla a la reina madre, mejor vete para otro lado.

El ojo de Londres y el Big Ben los tuve que apreciar de lejos, ya que mi bus se iba y tenía que pillarlo, pero como se ve en imágenes que subí anteriormente logré por lo menos visualizarlo desde el quinto infierno, un bonito recuerdo, pero nada mas, me hubiera gustado acercarme mas pero no fue para nada posible.

Quizás me impresionó mucho mas el modo en el que se da la catequesis en las iglesias de estos ingleses. Se hacía por grupitos de no mas de 6 niños que iban pasando de un lugar a otro de la catedral, lo interesante era que en cada parte de la catedral se habían recreado escenas de la vida de Cristo, con lo cuál la enseñanza parecía ser mucho mas didáctica.

Pero sin lugar a dudas el lugar mas peculiar de todo Londres o incluso diría yo que de todas las islas británicas,  no era otro que Canden. No se si era un barrio, un distrito o lo que fuera, no tengo ni idea ni tampoco busco plantearme cuestiones acerca de ello. Pero si veis otras entradas del Blog podreis distinguir las fotos de este extraño lugar por las rarezas que atesora. Fachadas decoradas de manera estrambótica, asientos con forma de motocicleta, tiendas de todos los colores y de cualquier tipo... Lo mejor de todo era la zona de "restaurantes" donde por poquito dinero podías comer comida de cualquier parte del mundo, e incluso los amables tenderos te invitaban a que probaras un poco de cada sitio.

Finalmente solo me voy a quedar de mi visita a Inglaterra con una cosa. Pueden pasar los años, estar muchísimo tiempo sin hablar con alguien y de pronto volver a retomar la relación, estar juntos y que sea como si no hubierais pasado ni un día separados. Lo mejor de todo no fue el viaje en si, sino que fue la compañía de la que durante esos 10 días pude gozar.

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